Recuerdo
haber escrito en mi cuenta de facebook, recién embarazada (todavía
no lo sabía) que
estaba de un mal humor tremendo. A veces me encontraba también
realmente triste y de pronto, como si de lo más natural se tratara,
me ponía súper de buen humor.
A
pesar del cacao de emociones, encuentro este aspecto de mi embarazo
extremadamente poderoso. Es un estado en el que todas las emociones
se magnifican muchísimo para lo bueno y para lo malo. Pero hasta
ahora me había fijado sobre todo en lo malo, cuando en realidad
también lo bueno se magnifica. Cuando hago ejercicio, cuando consigo
una pequeña victoria, cuando tengo un logro, por pequeño que sea,
en mi trabajo... todas esas cosas me aportan mucha más alegría de
la que normalmente lo harían y todo es por mi pequeño polizón y
por mi estado. Me he dado cuenta hoy, al conseguir un pequeño logro
por el cual he acabado, literalmente, casi flotando mientras volvía
a casa desde el trabajo.
Así que me he propuesto sonreír más y disfrutar más de mi condición, porque para eso todo se magnifica tanto, todo se vuelve tan profundo y tan extático. Es como si las endorfinas bailaran en mi torrente sanguíneo. Creo que si las mujeres nos centráramos más en el subidón que nos puede dar el embarazo, intentando alejarnos de la ansiedad que puede causar en muchas de nosotras el cambio de situación que supone la llegada de un hijo (que a veces puede ser muy difícil, lo sé, porque es de madres preocuparse), nos divertiríamos mucho más, porque creo que las hormonas no sólo pueden ser esas cosas que usamos de excusa para los arranques de mal genio, sino también nuestras grandes aliadas a la hora de vivir una pre-maternidad plena. Así que a partir de ahora, a sacar jugo hasta de cualquier pequeña rutina: desde mi pequeña rutina de yoga prenatal hasta de la sonrisa del primero que me cruce por la calle.
Así que me he propuesto sonreír más y disfrutar más de mi condición, porque para eso todo se magnifica tanto, todo se vuelve tan profundo y tan extático. Es como si las endorfinas bailaran en mi torrente sanguíneo. Creo que si las mujeres nos centráramos más en el subidón que nos puede dar el embarazo, intentando alejarnos de la ansiedad que puede causar en muchas de nosotras el cambio de situación que supone la llegada de un hijo (que a veces puede ser muy difícil, lo sé, porque es de madres preocuparse), nos divertiríamos mucho más, porque creo que las hormonas no sólo pueden ser esas cosas que usamos de excusa para los arranques de mal genio, sino también nuestras grandes aliadas a la hora de vivir una pre-maternidad plena. Así que a partir de ahora, a sacar jugo hasta de cualquier pequeña rutina: desde mi pequeña rutina de yoga prenatal hasta de la sonrisa del primero que me cruce por la calle.